EL ARTE MIENTE, PERO NO ENGAÑA
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Yo, rebelde, presumo en voz alta de cuanto rechazo. En eso he salido a mi padre. Y si la afonía vence, me chuto con el aliento de mi marido: si el mundo fuese claro, no existiría el arte. Esto dice mi marido. Mi marido se llama Albert Camus.
Exterior noche. Miles de millones de botellas de plástico a la deriva, en el interior de cada una hay un mensaje, en todas pone ¡SOCORRO!
Toca reconocer que el fin del Diluvio se trató de una fake new. Chapoteamos, luego existimos en el relato de un incurable desorden. Sin culpa, ni fortuna, cándidos pero ungidos con el signo de la razón, hemos sido arrojados a la sinrazón del mundo. Pronto adivinamos que la pretendida superioridad que otorga el juicio –bien exclusivo que nos distingue del resto de las especies– topa impotente contra una eterna e invisible arbitrariedad. Atados a la camisa de fuerza de la lógica en un mundo que por irracional lo es también inhumano, solo el arte posee el talento para ordenar el fracaso de Dios preservando la idea del mismo.
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El arte es la idea de Dios.
El arte fue la primera de la religiones. Será la última. Y es la única que no promete la vida eterna.
El arte cura. El arte mata. El arte resucita.
El arte vive en el limbo. Exacto, allá, donde los inocentes.
El arte solo tiene un defecto: es perfecto. Si no fuera por eso sería perfecto.
El arte tiene el rostro de todas nuestras verdades.
El arte miente, pero no engaña.
El arte es la única razón por la que no hay más suicidios.
El arte sin pies ni cabeza mira directo a los ojos.
El arte es lo primero que persiguen los tiranos. El arte es temido por el miedo.
El arte coloca al ser humano entre el universo y el microscopio.
El arte es una broma que conviene tomarse muy en serio.
El arte no se habla con el ocio.
El arte es eso que hace que lo imposible parezca sencillo.
El arte es la venganza de la melancolía.
El arte es la más naif de las obscenidades.
El arte y el amor son el mismo misterio. Y en ocasiones lo parece.
El arte deforma. El arte conforma. El arte transforma. Todo en el arte es forma.
El arte es voluptuosidad, bruma, deseo, cadencia, verano y petróleo.
El arte es un rayo de luz, que se esfuerza, y es el sol.
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Toda obra de arte consiste en un acto de rebeldía. Todos los miles de millones de almas que somos deberíamos exigir ser educados como artistas. No permitamos que los necios lleven hasta el final su conjura. Hay que aprender a decir NO. Hay que decirlo más.
Por Juan Codina | 12 junio 2019
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