EL EMPRENDEDOR
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Aquí hay un plan que consiste en hacer creer que:
Los jueces están comprados. Los políticos son todos iguales. Los artistas son gilipollas. Los médicos no dan una. Los científicos son parásitos. Los empresarios son la mafia. Los intelectuales el paleolítico. Los periodistas unos falsos. Los arquitectos egomaniacos y la lista puede llegar hasta el infinito y tocar casi todas las profesiones y trabajos menos uno: EL EMPRENDEDOR. El emprendedor está impoluto. ¿Por qué? Procedo a pensar.
Lo primero que llama la atención es que la palabra “emprendedor” no quiere decir nada. Cualquier actividad se enmarca dentro de un campo de actividad ya existente, incluso aquellas que tienen por destino crear en el futuro una actividad totalmente nueva. Un emprendedor siempre es algo. Es un científico, un empresario, un artista… algo. Entonces, cuál es la imagen esencial que se quiere transmitir del emprendedor. La imagen del SOLITARIO. El emprendedor no pertenece a ningún gremio. No tiene vínculos. Se hace a sí mismo. Tiene movilidad absoluta. Va a lo suyo y tiene un sueño: su movida. No tiene vínculos. No comparte intereses. No tiene hijos. Lo que le pase es responsabilidad suya. Es el culmen del sueño neoliberal: crear una sociedad de seres desvinculados, incapaces de ser conscientes de que comparten la vida, desarraigados de vínculos emocionales que pongan por delante a las personas antes que: “sus movidas”. No puede montar huelgas, no cobra pensiones, no comparte, no le interesa lo público, no forma parte del Estado, ni de ningún colectivo. Un emprendedor no tiene ni comunidad de vecinos.
Me llamo Alfredo Sanzol, soy autor y director de teatro, en España hay muchos autores y directores, en Europa también, y en el mundo. Formo parte de ese colectivo. Esas personas son mis compañeros. Comparto su destino. Creamos, inventamos, emprendemos, con mucho trabajo y sacrificio, y lo último que quiero ser en mi vida es “un emprendedor”.
Por Alfredo Sanzol | 14 marzo 2019
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