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Escuela de interpretación Madrid

EL DÍA DE LA BESTIA

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La Bestia ha vuelto. En los dioxidos de la boina ha aterrizado El Sacramento del Pecado. Tiembla Madrid al paso de La Exiliada cuando dobla con sus pupilas la dirección del aire. Reaparece La Fatídica para defecar. ¿Cabe mayor muestra de amor? No en vano la hez guarda el recuerdo imborrable de quien no disimula su naturaleza corrupta. Se afana La Carnicera en podar todos los juanetes censados. La Liddell ha vuelto, sí, pero para irse. No hay suficientes besos que puedan pagar la Voz del Desierto. 

La Arisca no concede entrevistas. ¿Hablan, acaso, las Tormentas? Ni a mirar se dignan antes de fulminar al rebaño. Vuelve La Indecente empalada en un trueno para infringir un dolor que solo los enamorados claman. Sube La Bruja al «patíbulo-escenario» a inmolarse. Quemarse. Abrasarse. Y reducida a cenizas sodomizar  al bello puritANO. La Eterna eyacula. Y allí, para horror de los disléxicos fecunda El Teatro Posdemocrático: «La ideología es lo contrario al pensamiento». No existe mejor forma de dominación que el sufragio universal.

Asusta  a los niños La Bárbara.  Ni la sienten feliz, ni adaptada. Intimida La Indigna a las almas mansas y bondadosas. Así que cierran sus infantiles ojitos y sueñan con volatiilizar a La Doña, (pero) La Doña entra en sus sueños y afilada su vagina hace de ellos cabello: dulce cabello de ángel. ¡Beatifica Angélica que viertes el sarro en las primulas ten piedad de los reprimidos! Pobres. Nada más patético que no saber nacer. 

Cosida en sus zarpas la letra A en Escarlata, regresa La Osa a su exilio. Sin lacitos ni banderitas que puedan ensuciar con sus ridículos colorines la inicial de su nombre. No se casa La Exclusiva con la banalidad. Ahí vive el mal, dice Hanna Arendt.

Respiran Jason y su prole sabiendo que La Maldita se aleja. Ingenuidad. No existe tecnología que supere a una pesadilla. Y Medea siempre vuelve.

JUAN CODINA

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